martes, 21 de diciembre de 2021

Retiro Adviento | Seminario Diocesano – Ávila

19 de diciembre de 2021

Cuántas veces hemos cantado eso de “toma mi vida, hazla de nuevo, yo quiero ser un vaso nuevo” Ahora que el Hijo del Alfarero-Creador va a nacer, ahora que su llanto de recién nacido va a romper definitivamente la tiniebla, ahora nos transformamos en lámpara de aceite.

Sumergidos en el pasaje de la Creación, comenzamos a pasar nuestras manos por las grietas de la lámpara que somos. El material es rugoso y percibimos imperfecciones por donde el aceite brota a borbotones. Hay también pequeñas fisuras que a veces, con el calor, aumentan de tamaño y escapa el contenido. En ocasiones, con el frío, casi consiguen cerrarse… pero el problema de fondo siempre persiste. Vamos poniendo nombre a ese barro quebradizo, vamos reparando esas cicatrices con la oración y la reconciliación.

Luego está el miedo a que el aceite se agote, o que con el tiempo pierda calidad, o que se contamine. Podemos percibir por el olfato si guarda sus propiedades. Si su dulzor transmite paz, o si huele a aceite quemado, reutilizado. ¡Es tan importante que sea limpio, que tenga calidad, que sea consistente para alentar a la llama! Porque… ¿qué me motiva, que me alimenta, en quién confío para mantener encendida mi lámpara? ¿De verdad creo que hay Alguien que puede hacer que jamás se vacíe la alcuza?

Hay que descubrir los materiales que trenzan ese pequeño pedazo de algodón que logra sustentar la llama. Qué medios pone cada uno para que la mecha se impregne bien del aceite, para que combustione y nazca el fuego. Miramos el blanco de la cuerda y casi deslumbra por su pureza. Su blancura no puede contener engaño. El Evangelio, la oración, la Eucaristía, los Retiros, la fe vivida en comunidad... todo se entreteje para conformar la mecha. Que el Espíritu nos ilumine para saber valernos de estos medios, para no apagarlos echando sobre ellos excusas.

En la gruta santa el aire se va caldeando. La noche agoniza con la proximidad de la aurora definitiva. La Virgen frota sus manos para hacerlas entrar en calor. El aliento de la mula y el buey hace danzar a la llama del candil que sujeta San José. 

“Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto”


Feliz Adviento y feliz Navidad



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