lunes, 29 de marzo de 2021

La fragancia del perfume – Retiro de Cuaresma – Ávila, 27 de marzo de 2021

Retiro de Cuaresma – Ávila, 27 de marzo de 2021


La Pascua está próxima y en Betania un grupo de comensales comparten una cena. Marta va de la cocina al pozo, del pozo a la bodega, de la bodega a la mesa. Da órdenes a los músicos y a los sirvientes, mantiene los guisos calientes, el vino en su justa temperatura. Una hoguera y varias teas iluminan la habitación de paredes blancas. Lázaro escucha con atención las anécdotas que narran Jesús y sus amigos más cercanos. Hay risas, hay fiesta, aunque es innegable que planea una sombra extraña. Lázaro descubre varias veces a Jesús distraído, preocupado. Pero da una palmada, o le hace un guiño, y Jesús regresa al ambiente festivo, al momento de risas y encuentro. 

Y en unos segundos a todos va llegando una nueva sensación, una paz en el corazón. Unos recuerdan el olor de la leche materna, otros el de un jardín en primavera, otros el del mar, el del amanecer desde la cima de un monte, el de un atardecer tras un día caluroso, el de la noche cayendo sobre un sembrado.

María entra en la estancia con un frasco abierto en la mano. Va sonriente, determinada, hacia Jesús. Su melena dispersa ese olor que a todos ha encandilado. Sabe que su gesto es loco, pero ¡está tan contenta!, ¡es tanto lo que ha aprendido estos últimos años! Se siente libre, reformada, acogida en este grupo, se sabe escuchada. Y sobre todo su corazón vive agradecido con el trato que siempre le ha dado Jesús. Se arrodilla ante Él, unge los pies del Maestro con sus cabellos. La música para, un súbito silencio espesa el aire. Judas ladra una frase inoportuna y María por un momento se siente ridícula: “¿Y si he vuelto a meter la pata?, ¿y si Jesús no entiende que todo esto no es más que gratitud unida a la esperanza en que estos días un poco raros den paso a algo mejor, a ese Reino del que tanto habla el Maestro?”

Pero Jesús la defiende, como ha hecho siempre. Reconduce la escena, dice algo que no todos comprenden; habla de su sepultura, de su partida. Y lo hace con paz. Judas sale farfullando, María se incorpora serena. Jesús ha comprendido su buena intención. 

Marta mira a los músicos y las notas de una alegre melodía bailan con las notas del perfume que sigue flotando en la estancia.

Y Betania sigue siendo el lugar de la amistad. Lázaro sirve otra tajada en el plato de Jesús, María le insiste a Marta para que se siente a la mesa, Juan rellena su copa de vino, Pedro comienza a relatar aquella historia que sucedió en el mar de Galilea, aquella noche de tormenta…

(Gracias una vez más a nuestros sacerdotes Raúl y Gaspar. Por ayudarnos en nuestra formación, en la profundización de la fe y por propiciar estos encuentros de amistad que tanto alegran el corazón)




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