miércoles, 21 de septiembre de 2016

Remando mar adentro

Convivencia de programación de curso - Navaluenga, 17 de septiembre de 2016
Algo tiene septiembre de olor a despedida, de estación de tren y pañuelo al viento. Pero también tiene aroma de comienzo: olor a lápices y a libros nuevos.
El pasado 17 de septiembre nos reunimos en Navaluenga para un comienzo (tras una triste despedida, la más triste de todas). Se nos propuso un texto precioso para la meditación: Lc 5, 1-11. Tanto dio de sí la reflexión, que ahora septiembre huele a barca que se adentra en el mar. A redes tendidas al sol del membrillo. A brega nocturna, a desilusión por la falta de resultados, como cuando uno no encuentra su camino a pesar de haber luchado por ello. Pero finalmente surgen las redes repletas de peces, y la maleza que desdibujaba el camino se va abriendo.
La Eucaristía de campaña siempre es un regalo. Y si es en compañía de amigos, mejor aún. Amigos viejos y nuevos amigos, pero siempre amigos.
La comida compartida bajo el enramado de los árboles. ¡Todo sabe tan rico en el campo!
Y la tarde programando el curso; rompiendo rutinas, estrenando proyectos: oración, excursiones, retiros, Eucaristías, películas, lecturas... todo para hacer más grupo, para crecer en número y en profundidad. Para acercarnos siempre a Aquel que nos dice dónde echar las redes. Aquel para quien ningún mes del año es una despedida, porque siempre está en la orilla esperando darnos un abrazo de bienvenida.

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