lunes, 6 de marzo de 2023

Retiro de Cuaresma | La Transfiguración


Valladolid, Casa Vedruna, 4 de marzo de 2023

“Una piedra en el camino me enseñó que mi destino era rodar y rodar…”

Pues no.

Hay una piedra en el camino de subida. Una mata de tomillo impide que ruede. Cuando sopla el viento, la piedra se hunde todo lo que puede, como si quisiera echar raíces. Se recuesta contra el tomillo buscando su abrigo, hace todo lo posible por no rodar cuesta abajo, y mira con envidia los pies del peregrino, que van en ascenso.

La subida fatiga; todo pesa: la mochila, los kilos de más, las inseguridades, las relaciones tóxicas, los deseos insatisfechos, la rabia, las frustraciones… pero el que es Luz va tirando del peregrino. Si le mira a Él, le cuesta menos el ascenso. Hasta nota cierta brisa que le alivia. La carga se va aligerando al tiempo que el caminante se va purificando.

Y arriba se encuentra con otra piedra acomodada entre el esponjoso y aromático espliego. Qué bien se está allí. Es un momento de gozo. El peregrino se recuesta, da cuenta del bocadillo y del agua de la cantimplora. Se refresca, reza, agradece. El Espíritu le ayuda a clarificar los problemas, ve soluciones. Su alma se reconforta. Las horas pasan como minutos en este Tabor, hasta que un impulso vital lo mueve de nuevo: Dios no permite que se instale, hay que iniciar el descenso.

Y ahí está el peligro de rodar, como las piedras que se van desprendiendo a su paso. Hay que luchar por conservar en la retina la Luz que se ha visto arriba. Por volver a la base de la montaña y aplicar la ley con corazón, por seguir creyendo en las promesas de los profetas manteniendo fresca la experiencia de ese encuentro con Dios que se ha dado en la cima.

No estamos en el mundo para rodar sin un sentido. El bautismo nos ha abierto un sendero que el Espíritu llena de indicaciones como un GoogleMaps personalizado, diseñado específicamente para cada uno de nosotros. 

Se acerca la Pascua, la Resurrección. Y siguiendo adelante, siempre adelante, un último “Ha llegado a su destino”. 

lunes, 12 de diciembre de 2022

Retiro Adviento | Seminario Diocesano – Ávila

10 de diciembre de 2022


De ángeles y de puertas
(Apocalipsis 2-3)

Un ángel se presentó ante María pidiéndole permiso para que Dios pudiera transformar a la Humanidad. Otro ángel sacó del sopor a los pastores y los puso en camino hacia el llanto de un Niño que era luz en la noche.
Y de nuevo un ángel, pero esta vez con menos bucles, menos rubio y más apocalíptico, nos sacudió en el Retiro de Adviento.
Portaba siete misivas para las siete Iglesias de Asia. Siete espejos donde mirarnos, donde descubrir los peligros que nos acechan, desenmascararlos y ponerles solución. Una eficaz manera de allanar el camino que nos conduce a Belén.
El peligro del activismo vació se cura con volver al amor primero, a lo que nos conquistó de nuestro encuentro con Jesús.
El temor, la frustración ante la cruz, se mitiga con fe y perseverancia.
Ante el peligro de la autojustificación podemos dejarnos desinstalar por el Señor, y así siempre viviremos alerta y renovados.
Si nos comprometemos a colaborar en la salvación del hermano evitaremos que se instale en nuestras vidas el individualismo que enferma a nuestra sociedad.
Cuando flaqueamos y ni siquiera somos capaces de identificar el pecado, nos queda confrontarnos con la Palabra y ver cómo otros hermanos han sido y son santos.
Huyendo del optimismo de Mr. Wonderful alcanzaremos la verdadera esperanza cristina, la que se fundamenta en una promesa sagrada.
Y ante la tibieza y la autosuficiencia, tres armas: el bautismo, la fe y los consejos del Espíritu.
Ya no es un ángel el que llama a nuestra puerta; es el mismo Dios el que espera que la abramos. Dormido en un pesebre, al calor de aliento de animales, bajo la atenta mirada de María y de José.

Feliz Adviento y feliz Navidad

martes, 21 de diciembre de 2021

Retiro Adviento | Seminario Diocesano – Ávila

19 de diciembre de 2021

Cuántas veces hemos cantado eso de “toma mi vida, hazla de nuevo, yo quiero ser un vaso nuevo” Ahora que el Hijo del Alfarero-Creador va a nacer, ahora que su llanto de recién nacido va a romper definitivamente la tiniebla, ahora nos transformamos en lámpara de aceite.

Sumergidos en el pasaje de la Creación, comenzamos a pasar nuestras manos por las grietas de la lámpara que somos. El material es rugoso y percibimos imperfecciones por donde el aceite brota a borbotones. Hay también pequeñas fisuras que a veces, con el calor, aumentan de tamaño y escapa el contenido. En ocasiones, con el frío, casi consiguen cerrarse… pero el problema de fondo siempre persiste. Vamos poniendo nombre a ese barro quebradizo, vamos reparando esas cicatrices con la oración y la reconciliación.

Luego está el miedo a que el aceite se agote, o que con el tiempo pierda calidad, o que se contamine. Podemos percibir por el olfato si guarda sus propiedades. Si su dulzor transmite paz, o si huele a aceite quemado, reutilizado. ¡Es tan importante que sea limpio, que tenga calidad, que sea consistente para alentar a la llama! Porque… ¿qué me motiva, que me alimenta, en quién confío para mantener encendida mi lámpara? ¿De verdad creo que hay Alguien que puede hacer que jamás se vacíe la alcuza?

Hay que descubrir los materiales que trenzan ese pequeño pedazo de algodón que logra sustentar la llama. Qué medios pone cada uno para que la mecha se impregne bien del aceite, para que combustione y nazca el fuego. Miramos el blanco de la cuerda y casi deslumbra por su pureza. Su blancura no puede contener engaño. El Evangelio, la oración, la Eucaristía, los Retiros, la fe vivida en comunidad... todo se entreteje para conformar la mecha. Que el Espíritu nos ilumine para saber valernos de estos medios, para no apagarlos echando sobre ellos excusas.

En la gruta santa el aire se va caldeando. La noche agoniza con la proximidad de la aurora definitiva. La Virgen frota sus manos para hacerlas entrar en calor. El aliento de la mula y el buey hace danzar a la llama del candil que sujeta San José. 

“Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto”


Feliz Adviento y feliz Navidad



lunes, 29 de marzo de 2021

La fragancia del perfume – Retiro de Cuaresma – Ávila, 27 de marzo de 2021

Retiro de Cuaresma – Ávila, 27 de marzo de 2021


La Pascua está próxima y en Betania un grupo de comensales comparten una cena. Marta va de la cocina al pozo, del pozo a la bodega, de la bodega a la mesa. Da órdenes a los músicos y a los sirvientes, mantiene los guisos calientes, el vino en su justa temperatura. Una hoguera y varias teas iluminan la habitación de paredes blancas. Lázaro escucha con atención las anécdotas que narran Jesús y sus amigos más cercanos. Hay risas, hay fiesta, aunque es innegable que planea una sombra extraña. Lázaro descubre varias veces a Jesús distraído, preocupado. Pero da una palmada, o le hace un guiño, y Jesús regresa al ambiente festivo, al momento de risas y encuentro. 

Y en unos segundos a todos va llegando una nueva sensación, una paz en el corazón. Unos recuerdan el olor de la leche materna, otros el de un jardín en primavera, otros el del mar, el del amanecer desde la cima de un monte, el de un atardecer tras un día caluroso, el de la noche cayendo sobre un sembrado.

María entra en la estancia con un frasco abierto en la mano. Va sonriente, determinada, hacia Jesús. Su melena dispersa ese olor que a todos ha encandilado. Sabe que su gesto es loco, pero ¡está tan contenta!, ¡es tanto lo que ha aprendido estos últimos años! Se siente libre, reformada, acogida en este grupo, se sabe escuchada. Y sobre todo su corazón vive agradecido con el trato que siempre le ha dado Jesús. Se arrodilla ante Él, unge los pies del Maestro con sus cabellos. La música para, un súbito silencio espesa el aire. Judas ladra una frase inoportuna y María por un momento se siente ridícula: “¿Y si he vuelto a meter la pata?, ¿y si Jesús no entiende que todo esto no es más que gratitud unida a la esperanza en que estos días un poco raros den paso a algo mejor, a ese Reino del que tanto habla el Maestro?”

Pero Jesús la defiende, como ha hecho siempre. Reconduce la escena, dice algo que no todos comprenden; habla de su sepultura, de su partida. Y lo hace con paz. Judas sale farfullando, María se incorpora serena. Jesús ha comprendido su buena intención. 

Marta mira a los músicos y las notas de una alegre melodía bailan con las notas del perfume que sigue flotando en la estancia.

Y Betania sigue siendo el lugar de la amistad. Lázaro sirve otra tajada en el plato de Jesús, María le insiste a Marta para que se siente a la mesa, Juan rellena su copa de vino, Pedro comienza a relatar aquella historia que sucedió en el mar de Galilea, aquella noche de tormenta…

(Gracias una vez más a nuestros sacerdotes Raúl y Gaspar. Por ayudarnos en nuestra formación, en la profundización de la fe y por propiciar estos encuentros de amistad que tanto alegran el corazón)




domingo, 6 de diciembre de 2020

Retiro de Adviento | JPC | Diciembre 2020

5 de diciembre de 2020 – Zoom

Raúl Berzosa

El hombre, libre por voluntad de Dios, vive eligiendo constantemente, y proponiéndose metas.

Las más prácticas: tener hábitos saludables, aprender algo nuevo, viajar. Las más sociales: mejorar las relaciones en el trabajo, cuidar las amistades, tener paciencia con los padres (que se hacen mayores), con los hijos (que cuesta tanto educar).

Pero el cristiano tiene que dar un paso más. Los objetivos a corto plazo son sanos y necesarios, pero hay que cambiar las luces cortas por las largas. Igual éstas son las luces que realmente deben iluminar la Navidad: las de largo alcance.

¿Qué ocurre si alzamos la mirada?

Que dejamos de ver nuestros pies cubiertos por el polvo del desierto y comenzamos a ascender por el sendero que conduce a la Vida.

Que no veremos más mascarillas rodando por el suelo, entre guantes de plástico, y apreciaremos el brillo de las estrellas, donde tantos seres queridos nos aguardan y nos cuidan.

Que nuestros ojos dejarán de ver esa fea estufa que calienta la rutina, y veremos el fuego acogedor e inspirador que nos anima a vivir en torno a él, a hacer comunidad, a darnos calor unos a otros.

Que dejaremos de enredarnos en fake news, en rencillas políticas, en discursos mediocres, y veremos un coro de ángeles que canta con pasión en la quietud de la noche “Paz a los hombres de buena voluntad”.

Que descubriremos una nueva estrella en el cielo, la que guía a los sabios de Oriente, y de Occidente, del Norte y del Sur. La estrella que nos muestra el mapa que conduce a la Verdad, que se paró en el lugar del nacimiento del Señor, y que diariamente señala los Evangelios.

¿Qué necesitamos para alzar esa mirada?

Hacer oración, pues nuestra fe no se sustenta en ideas, sino en una relación de amistad con una persona real: Jesús.

Implicarnos en la transformación del mundo: no se puede vivir aborregados, que las ovejas han de ser solo las de los pastores de Belén.

Afrontar la vida con optimismo, jamás con indiferencia, pues la fe da perspectiva y permite relativizar.

Vivir el Adviento y la Navidad con su verdadero sentido: coger ese zurrón, reunirnos con los demás pastores, arrodillarnos junto al Niño con nuestros mejores y más sinceros presentes, y vivir con la mayor emoción ese milagro de Dios con nosotros. Desde siempre, por siempre y para siempre. ¿Hay un amor mayor?

(Gracias una vez más al Padre Raúl, que sigue pastoreando a este pequeño rebaño nada aborregado. De forma presencial, o vía Zoom, unidos estamos)


domingo, 29 de marzo de 2020

“¿Dónde lo habéis enterrado?” – “Quitad la losa”

Retiro Cuaresma – Confinamiento (28 – 29 de marzo de 2020)


Jesús a la entrada de Betania. María lo ha recibido con un reproche cargado de impotencia, ese que anida tantas veces en nosotros: "Si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano". A la pena que Jesús lleva, se une la profunda tristeza de las dos hermanas. Y llora, ¿cómo no iba a llorar, si era uno de sus mejores amigos?, ¿cómo no iba a llorar, si había compartido muchas horas de amistad y buena conversación con Marta y con María? La frase "¿Dónde lo habéis enterrado?" nos pone al pie de la sepultura, en ese lugar donde casi todos hemos estado, donde la realidad cae a plomo mientras se mecen las flores: sabes que, hasta la resurrección, no volverás a ver a una persona querida. "¿Dónde lo habéis enterrado?", quizás ahí el temor de la despedida también sacudió a Jesús, y sus lágrimas brotaron como brotan las nuestras.

"¿Dónde lo habéis enterrado?" Nos lo sigue preguntando. Recorre parques y jardines, plazas públicas, bares, terrazas, teatros, rutas de montaña, estadios de fútbol, iglesias, santuarios, oficinas, colegios... "¿Dónde lo habéis enterrado?" Dónde están nuestras pequeñas muertes, nuestra desesperanza, nuestro desánimo. Dónde nuestros brazos sin abrazos, nuestros labios sin sonrisa, nuestros ojos llenos de cifras que golpean y desalientan. Nuestros hijos que reclaman parque, nuestros ancianos que pierden la consciencia del paso de los días...

"Quitad la losa" Y llega la comunión espiritual que tantos sacerdotes nos acercan, la lectura de la Palabra aún más profunda que otras veces, la oración de intercesión que brota del corazón. Esas videollamadas que nos llenan de
alegría, la pasión en los aplausos de ventana, las sirenas que entonan un gracias por las manos de los sanitarios, los dependientes, los encargados de la limpieza, las fuerzas de seguridad del estado. Y un anciano que viste de blanco y carga sobre sus hombros con el dolor de la humanidad, que nos bendice con el cuerpo de Cristo entre sus manos. Una nueva piedad para el mundo. Un gran consuelo. Una barca que nos acoge a todos y donde Dios no se duerme. Dios tiene los ojos más abiertos que nunca y nos mira a ti y a mí. Y nos pide que seamos sus manos, que mantengamos la fe, la sonrisa, la calma. Que ayudemos a llevarlas al hermano. Que seamos consuelo, entretenimiento, protección para nosotros mismos y para los más débiles. Que aportemos soluciones creativas e inteligentes allá donde estemos.


"Quitad la losa". Y San Pedro de Cardeña nos aguarda. Su silencio aún más silente sin nuestras risas, nuestros pasos, nuestras reuniones. Empujemos la losa. Somos comunidad. Y ya estamos más cerca de volver a vernos.

(Gracias, Padre Raúl, por seguir haciendo comunidad y acercándonos a la Vida)

martes, 10 de diciembre de 2019

Retiro Adviento | Monasterio Cisterciense de Santa Ana | 9 de diciembre de 2019

 

     Hay un con el que comienza la historia: el que Dios da a la humanidad en el inicio de los tiempos. Crea el universo y a sus principales criaturas: la mujer y el hombre. Precisamente porque nos ama, no nos priva de libertad, ni nos crea y se aparta: decide caminar a nuestro lado y hacernos co-creadores y cuidadores de la creación.

     Hay otro muy concreto: el que Dios, humilde en su grandeza, solicita a María. Ella, haciendo uso de su libertad, accede, y nos hace el mayor regalo de todos los tiempos: la encarnación de Dios.

     Hay muchos síes cotidianos: los que nosotros estamos llamados a confirmar. También desde la libertad, también desde el amor. Se trata de descubrir la voluntad de Dios a diario, y ponerla por obra.

     Dice el evangelista “Y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada” (Lc. 2, 7) Tal vez este año hemos de ser conscientes de que ese Niño es un gran , la afirmación de que Dios nos ama y llega entre balbuceos y sonrisas hasta nosotros.

     Eso nos hará proyectarnos hacia los demás, desde la gratitud. En cada mano un , y uno más grande en el corazón.

Feliz Adviento y feliz Navidad.