domingo, 6 de diciembre de 2020

Retiro de Adviento | JPC | Diciembre 2020

5 de diciembre de 2020 – Zoom

Raúl Berzosa

El hombre, libre por voluntad de Dios, vive eligiendo constantemente, y proponiéndose metas.

Las más prácticas: tener hábitos saludables, aprender algo nuevo, viajar. Las más sociales: mejorar las relaciones en el trabajo, cuidar las amistades, tener paciencia con los padres (que se hacen mayores), con los hijos (que cuesta tanto educar).

Pero el cristiano tiene que dar un paso más. Los objetivos a corto plazo son sanos y necesarios, pero hay que cambiar las luces cortas por las largas. Igual éstas son las luces que realmente deben iluminar la Navidad: las de largo alcance.

¿Qué ocurre si alzamos la mirada?

Que dejamos de ver nuestros pies cubiertos por el polvo del desierto y comenzamos a ascender por el sendero que conduce a la Vida.

Que no veremos más mascarillas rodando por el suelo, entre guantes de plástico, y apreciaremos el brillo de las estrellas, donde tantos seres queridos nos aguardan y nos cuidan.

Que nuestros ojos dejarán de ver esa fea estufa que calienta la rutina, y veremos el fuego acogedor e inspirador que nos anima a vivir en torno a él, a hacer comunidad, a darnos calor unos a otros.

Que dejaremos de enredarnos en fake news, en rencillas políticas, en discursos mediocres, y veremos un coro de ángeles que canta con pasión en la quietud de la noche “Paz a los hombres de buena voluntad”.

Que descubriremos una nueva estrella en el cielo, la que guía a los sabios de Oriente, y de Occidente, del Norte y del Sur. La estrella que nos muestra el mapa que conduce a la Verdad, que se paró en el lugar del nacimiento del Señor, y que diariamente señala los Evangelios.

¿Qué necesitamos para alzar esa mirada?

Hacer oración, pues nuestra fe no se sustenta en ideas, sino en una relación de amistad con una persona real: Jesús.

Implicarnos en la transformación del mundo: no se puede vivir aborregados, que las ovejas han de ser solo las de los pastores de Belén.

Afrontar la vida con optimismo, jamás con indiferencia, pues la fe da perspectiva y permite relativizar.

Vivir el Adviento y la Navidad con su verdadero sentido: coger ese zurrón, reunirnos con los demás pastores, arrodillarnos junto al Niño con nuestros mejores y más sinceros presentes, y vivir con la mayor emoción ese milagro de Dios con nosotros. Desde siempre, por siempre y para siempre. ¿Hay un amor mayor?

(Gracias una vez más al Padre Raúl, que sigue pastoreando a este pequeño rebaño nada aborregado. De forma presencial, o vía Zoom, unidos estamos)


No hay comentarios:

Publicar un comentario